No en la fragilidad de anatomía sutil
Ni bajo el peso de la ausencia
Ni en la oscuridad del desamor.
No en el dolor más hondo
Ese que apuñala en las entrañas
Y que impío nos alarga
Hasta la orilla del abismo.
No en el grito ni en el llanto
Ni en la mano hecha puño y defensa
No en la impotencia
Que nos ata con nudos imposibles,
No en el miedo ni en la derrota
Tampoco en el fracaso…
Estuve allí, y lo sé, no pude verme…
Sólo me hallé
Cuando deslumbrado el corazón
Y el alma embebida de pasión
Infinitamente te amé,
Y mi vientre y mi pecho rebosantes
De sempiterno amor
Cobijaron dulcemente el fruto
Que me hizo madre.
*
© Marysol Salval
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